De lo que cae a la irrealidad
(«Granma» La Habana, sábado 10 de septiembre de 2005)



Rogelio Riverón

   Lo que me contraría de la poesía nostálgica es su finitud. Ese ademán de atarse para no correr que nos viene de la «Odisea», se contamina en la escritura de la nostalgia de una especie de retroceso, en el que se descubre, acaso, lo que no vieron los ojos la primera vez, pero que de todos modos ya estuvo frente a ellos. Uno puede ser un nostálgico, a condición de que no lo sea durante todo un libro.

   Lo digo a propósito de un poemario, pero no en su contra. Porque «Poemas interreales» (Editorial Letras Cubanas, 2004), de Enrique Sacerio-Garí, nos propone una invocación, pero esa reminiscencia es pautada y tiene su parachoques: el lenguaje. A partir de esos cálculos se inicia en este cuaderno una especie de oscilación entre el ego y el conocimiento. De lo que es personal a lo que nos personaliza. Sacerio-Garí (Sagua la Grande, 1945), no es un autor prolífico, pero su obra ha ocupado la atención de algunos importantes editores. Es cierto, por ejemplo, que en la colección Poesía de Letras Cubanas, su libro adquiere una connotación que dudosamente pasemos por alto, aunque ese contexto sea lo que se dice metaliterario. Sus versos —la mayoría, creo— probarán que no se ha procedido con ligereza. Con una simetría entrecortada, jugando a producir sensaciones escuetas, asumido el riesgo de poetizar desde el cifrado y la propaganda, «Poemas interreales» va al borde del lenguaje, aunque no a sus márgenes.

   De modo que su nostalgia es doble y por ello se difumina. Se hace de historia y de estilo, y ese brío no es despreciable. Enrique Sacerio-Garí lo explica de este modo: ...las frases recurvan para reconsiderar verdades obvias y recodificarlas o desenmascararlas con un discurso llano. Esa palabra, reconsiderar, comprende casi todo lo que hacemos los escritores para mejor o peor ganancia de una tradición.

   Del carácter perfectible de las opiniones da fe mi propia experiencia con este libro. Lo leí sin grandes extrañezas, intuía que era buena su lógica, me acordé de términos que ya no empleo para comentar la poesía, como lo pudiera ser ritmo, pero volvían a molestarme en él los intentos por definir y una suerte de comercio con vocablos que caen en el texto como ajenamente. Repasándolo ahora para esta acotación me dejo sobrecoger por su bello cinismo y por su penetrante idea sobre lo que pudiera ser un poema. Es como si en ocasiones la agudeza estuviera en no afinar demasiado la palabra y sus recorridos.



http://www.granma.cubaweb.cu/2005/09/10/cultura/articulo01.html

 



Enrique Sacerio-Gari
Sacerio